Está claro que el sector ganadero tiene un significativo impacto en el medio ambiente. Contribuye de manera muy diversa al cambio climático, como por ejemplo por las elevadas emisiones de los gases contaminantes.
Pero… ¿nuestra alimentación tiene que cambiar? ¿Hay que dejar de comer carne? ¿Las vacas y sus piensos están matando el planeta? A continuación, te explicamos las bases científicas que sustentan estas ideas y que nos permiten dar respuesta a la pregunta: ¿contamina la ganadería?
¿QUÉ PROCESOS DAN ORIGEN A LA CONTAMINACIÓN?
Basándonos en el Modelo de Evaluación Ambiental de la Ganadería Mundial (GLEAM) publicado por las FAO, que es La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, las emisiones del sector ganadero tienen su origen en cuatro procesos:
“LA GANADERÍA GENERA MÁS GASES DE EFECTO INVERNADERO QUE EL SECTOR DEL TRANSPORTE”-AFIRMACIÓN ERRÓNEA.
Esta polémica frase y afirmación salió a la luz en el año 2006; cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sacó a la luz su informe “La larga sombra del ganado: problemas ambientales y opciones”.
En este informe se estudió el impacto que suponía la ganadería para el medio ambiente. El informe, que atrajo la atención internacional, afirmaba que la ganadería producía un asombroso 18% de los gases de efecto invernadero en todo el planeta. La agencia llegó a una conclusión sorprendente: el ganado hacía más daño al clima que todos los tipos de transporte juntos. Una conclusión todavía muy extendida, y ya comprobado, errónea.
¿EN QUÉ SE BASABAN PARA CORROBORAR ESTA AFIRMACIÓN?
Los profesionales analistas que elaboraron el informe realizaron una evaluación integral del ciclo de vida en la cría del ganado y en el impacto climático que producían, contando también los piensos que se consumían. Sin embargo, cuando analizaron el transporte se hizo con otro método distinto.
¿CUÁL FUE EL ERROR?
Para el estudio del impacto en el ganado se tuvieron en cuenta todos los factores asociados a producción de carne, tales como la emisión en la elaboración de fertilizantes, la conversión de bosques en pastos y las emisiones que vienen de los propios animales.
Sin embargo, en el transporte no se tuvo en cuenta la fabricación de materiales y piezas de los vehículos, el ensamblaje, el mantenimiento de carreteras, la extracción del petróleo… sólo se apreciaron las emisiones de coches, camiones, trenes y aviones.
Esto provocó un error no en el informe como tal, sino en la comparación de ambos sectores. Tal como explica Agustín del Prado, experto en emisiones de ganadería y agricultura e investigador del Basque Centre for Clim:
Las emisiones que se contabilizan de la huella de carbono de ganadería también son las del transporte, habría que contabilizarlas por dos
¿CUÁNDO SE RETRACTARON?
Cuatro años más tarde, en el 2010, Pierre Gerber admitió el fallo ante la BBC:
Contabilizamos todo para las emisiones de la carne y no hicimos lo mismo para el transporte.
Además, dos de los analistas de ganadería de la FAO, Anne Mottet y Henning Steinfeld, explicaron este error en un artículo publicado en Reuters en 2018.
Henning y Mottet rectificaron su informe con nuevos datos: en emisiones directas, un 5% para la ganadería y un 14% para el transporte; en emisiones de ciclo de vida, un 14,5% para la ganadería, y «hasta donde sabemos no existe una estimación disponible de ciclo de vida para el sector del transporte a nivel global», escribían, añadiendo que, según los estudios, «las emisiones del transporte aumentan significativamente cuando se considera todo el ciclo de vida del combustible y los vehículos, incluyendo las emisiones de la extracción de combustibles y del desechado de los vehículos viejos».
DATOS ACTUALES
Para corroborar la posición que ocupa la actividad de la agricultura y la ganadería en la contaminación a nivel mundial, os dejamos los últimos datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2020, donde la actividad de la ganadería y agricultura se posiciona en términos de emisión de CO2 a la atmósfera en antepenúltimo lugar. Como primer emisor se sitúa la industria manufacturera seguida por los hogares, los suministros de energía eléctrica, gas, vapor, AA y agua, el transporte y almacenamiento y otros servicios.
CONCLUSIONES
El cambio climático es un asunto urgente que requiere la atención de todos. Como hemos comprobado con los datos, la ganadería a partir de los diferentes procesos de cría de los animales, sí contamina. Además, el crecimiento de la población mundial nos lleva a un mayor consumo y mayor repercusión. ¿Tenemos que dejar de consumir carne o reducirla en nuestra alimentación?
Por supuesto que eliminar la ganadería reduciría las emisiones de GEI: un 2,6%, según un estudio reciente, pero tal como escribía el experto en ciencias animales y calidad del aire de la Universidad de California Frank Mitloehner:
Evitar la carne y los productos de la carne no es la panacea medioambiental que muchos quieren hacernos creer. Y si se lleva al extremo, podría tener consecuencias nutricionales dañinas.
Por ello, debemos trabajar por una mayor eficiencia en la agricultura animal que se centre en la ciencia y en los datos que ya conocemos para mejorar.
Además de que, como afirman las FAO, ni toda la ganadería ni todos los sistemas de ganadería son iguales en cuanto a su impacto ambiental, en general, todas las explotaciones cumplen con la normativa de bienestar animal. Son políticas muy estrictas que marcan los parámetros que se pueden permitir para evitar un alto impacto medio ambiental. Y es en aquellas explotaciones donde esto no se cumple donde habrá que trabajar.
En resumen, y tal como nos indica el periodista Javier Yanes en su interesante artículo:
Quien quiera rechazar el consumo de carne por motivos ideológicos es muy libre de hacerlo. Pero por favor, no en nombre de los datos, ni del cambio climático, ni mucho menos de la ciencia.
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